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28 Seguían ellos clamando a gritos, y se hacían cortes, conforme a su costumbre, con cuchillos y con lancetas, hasta que les chorreaba la sangre. 29 Pasó el mediodía y ellos siguieron gritando frenéticamente hasta la hora de ofrecer el sacrificio, pero no se escuchó ninguna voz, ni hubo quien respondiera ni escuchara. 30 Entonces dijo Elías a todo el pueblo: «Acercaos a mí.»

Todo el pueblo se le acercó, y Elías arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.

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